EXCELENCIA
“La excelencia no es un destino; es un viaje continuo que nunca termina” Anónimo
Cada acto de nuestras vidas resulta ser el reflejo de la manera como decodificamos lo que nos sucede y la respuesta generada suele emerger como un potente relato interior, producto de la inteligencia, claridad y transparencia que hacen parte de nuestro equipaje, del cual nos servimos para llevar a cabo nuestras funciones en el intento por superar nuestros propios listones.Se potencializan entonces la excelencia y la capacidad de servir. Comienzan a surgir hábitos comunes, propios de los líderes, para aprovechar cada acontecimiento que permita conectar corazón y cerebro en búsqueda de una retroalimentación que integre lo mejor de nosotros y de nuestro entorno. Es cuando sale a flote nuestra mejor versión.
La travesía de la vida, rodeada de la excelencia, puede ser recorrida viendo las cosas como son, pero no peor de lo que son. No queremos estar equivocados, pero todo es susceptible de ser mejorado. Para subir el estándar hay que sentir y respirar actitudes poco comunes que conduzcan a romper esquemas y a ser disruptivos, de tal forma que podamos desafiar aquello que está inscrito en lo profundo de nuestro ser.
Es importante conectar con el ingenio y la creatividad y por eso es necesario renunciar a la conformidad para movernos en dirección de aquello que nos reta y pone a prueba. Cuando el objetivo está en nuestro centro, los hábitos se construyen atendiendo al llamado que evita la pérdida del rumbo. Es así como la más audaz de las intenciones es seguida por el mejor de nuestros actos y es cuando experimentamos las conversaciones más trascendentales con nosotros mismos, desde lo más sublime, para aspirar excelencia.
La recompensa se hace manifiesta cuando el riesgo asumido es liderado desde un corazón repleto de bondad, que asume la verdad como la opción más excelsa y la ética como el timonel mayor para llegar a buen puerto. Esto es profundizar en el diálogo interno que pone a disposición nuestras mejores virtudes, cuidando del otro porque la humanidad está inscrita en cada una de nuestras células.
Así pues, la excelencia es dejar un legado con la convicción de que lo que hemos logrado ha de allanar el camino de muchos, para que encontremos juntos la fortuna en el acontecer del día a día, manteniéndonos fieles a los principios del buen vivir y motivados por la pasión que nos lleva a divertirnos en este trasegar por la vida para que cada paso dado deje constancia de que aportamos lo mejor.